miércoles, 1 de febrero de 2012

No son problemas, son oportunidades de crecimiento.

Los conflictos, por pequeños que sean, nos ofrecen la oportunidad de revisar nuestras creencias, nuestras actitudes y nuestra inercia emocional. Identificarlas, revisarlas y sustituir las que nos resultan nocivas. Y sobre todo, reafirmar las que generan paz interior, armonía, generosidad y finalmente relajación. Todo el mundo sabe que las tensiones constituyen la gran causa de enfermedad, por los bloqueos fisiológicos que producen en nuestro organismo.
La envidia o la posesividad no son actitudes que generan tranquilidad, sino todo lo contrario. Querer controlar a otra persona nos aliena de nuestra propia vida y nos resta libertad (y si no estamos viviendo nuestra vida no estamos viviendo ninguna, error fatal).
La aceptación de que la vida está llena de fluctuaciones, que una mala racha va seguida de otra mejor, es una actitud que puede resultar positiva y beneficiosa.
Por otra parte, ¿quién no ha soportado en algún momento la sensación de estar atravesando "una mala racha" para descubrir más adelante que gracias a eso se le abrieron nuevas oportunidades y mejores?
La respuesta está en el tiempo, siempre, y sólo el tiempo posee la garantía de etiquetar y clasificar los acontecimientos correctamente.

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